LAS TICS
Las TICS pueden ser definidas en dos sentidos: Como las tecnologías tradicionales de la comunicación, constituidas principalmente por la radio, la televisión y la telefonía convencional, y por las tecnologías modernas de la información caracterizadas por la digitalización de las tecnologías de registros de contenidos como la informática, de las comunicaciones, telemática y de las interfases.
Las TICS (tecnologías de la información y de la comunicación) son aquellas tecnologías que se necesitan para la gestión y transformación de la información, y muy en particular el uso de ordenadores y programas que permiten crear, modificar, almacenar, administrar, proteger y recuperar esa información.Los primeros pasos hacia una Sociedad de la Información se remontan a la invención del telégrafo eléctrico, pasando posteriormente por el teléfono fijo, la radiotelefonía y, por último, la televisión. Internet, la telecomunicación móvil y el GPS pueden considerarse como nuevas tecnologías de la información y la tecnología.
lucho bermudez
Su obra sigue siendo uno de los aportes más representativos de la música del país.
Lucho Bermúdez fue consciente de su lugar en el mundo. Se sabía par de Rafael de Paz, de Dámaso Pérez Prado, de Ernesto Lecuona. Y por eso podía decir quién guardaba deudas con su arte. "Quiero que usted sepa que (Eduardo) Armani nunca me dio nada", le dijo un vehemente Luis Eduardo Bermúdez a su biógrafo, José Portaccio Fontalvo, en referencia al director de orquesta argentino que también hizo del porro y la cumbia su carta de presentación, según cuenta en su exhaustiva investigación, Carmen de Bolívar.
"Yo sí le di a él todo lo que necesitó cuando yo estuve en Buenos Aires", remataba. Y, de esa manera, el músico explicaba quién era hijo de quién.
Difícilmente se encuentra uno con una foto de Lucho Bermúdez que no lo presente con elegante corbatín y gruesos anteojos. Más allá de una iconografía visual, en ambos elementos podrían estar reflejados los intereses por los que propendió el músico bolivarense: la inquietud por llevar hasta los grandes y finos salones de baile del interior de Colombia una música normalmente vista con respingo en esas mismas ciudades.Y, por otra parte, más allá de compartir instrumento, siempre estaba bien que otro rasgo externo, en este caso las notorias gafas, lo hermanara con una de sus mayores influencias en vida, el clarinetista de jazz Benny Goodman, de quien se consideraba émulo y alumno en la distancia.
Hacia 1965, en Buenos Aires y con el apoyo de músicos argentinos, Lucho Bermúdez compuso y grabó un tema llamado Maqueteando, catalogado por el mismo creador como 'gaita-jazz'.
Aunque pocas veces usó deliberadamente ese rótulo para referirse a una creación suya, para nadie es un secreto la existencia de elementos formales provenientes de la gran tradición norteamericana en su obra, no solo reflejada en la presencia de improvisaciones y síncopas, sino en el interés por preservar hasta los últimos instantes de su vida una formación de estilo big band, una densidad orquestal difícilmente manejable hoy, cuando la economía afecta directamente todo emprendimiento estético.
Eran otros tiempos los que corrían cuando el Caribe colombiano estaba inundado de bandas, pero musicales. Y Lucho Bermúdez, joven aprendiz de vientos que compuso su primera canción a los 9 años, iba de pueblo en pueblo, de voz en voz, siendo el aspirante más joven a llevar la batuta de cualquiera de ellas. Empezó humildemente como impúber conductor de la Banda del Batallón Córdoba en Santa Marta -como bien lo registra Portaccio en Carmen de Bolívar, Lucho Bermúdez (1997)- hasta lograr conformar la suya propia, la Orquesta del Caribe, en un estilo más tropical que marcial, en 1939, a sus 27 años. Y como si se tratara de un detonante para la inspiración, a la posibilidad de tener por fin conjunto propio seguiría la inspiración infatigable. Y los éxitos. Marbella, Borrachera y el mapalé Prende la vela fueron los primeros.
"Yo sí le di a él todo lo que necesitó cuando yo estuve en Buenos Aires", remataba. Y, de esa manera, el músico explicaba quién era hijo de quién.
Difícilmente se encuentra uno con una foto de Lucho Bermúdez que no lo presente con elegante corbatín y gruesos anteojos. Más allá de una iconografía visual, en ambos elementos podrían estar reflejados los intereses por los que propendió el músico bolivarense: la inquietud por llevar hasta los grandes y finos salones de baile del interior de Colombia una música normalmente vista con respingo en esas mismas ciudades.Y, por otra parte, más allá de compartir instrumento, siempre estaba bien que otro rasgo externo, en este caso las notorias gafas, lo hermanara con una de sus mayores influencias en vida, el clarinetista de jazz Benny Goodman, de quien se consideraba émulo y alumno en la distancia.
Hacia 1965, en Buenos Aires y con el apoyo de músicos argentinos, Lucho Bermúdez compuso y grabó un tema llamado Maqueteando, catalogado por el mismo creador como 'gaita-jazz'.
Aunque pocas veces usó deliberadamente ese rótulo para referirse a una creación suya, para nadie es un secreto la existencia de elementos formales provenientes de la gran tradición norteamericana en su obra, no solo reflejada en la presencia de improvisaciones y síncopas, sino en el interés por preservar hasta los últimos instantes de su vida una formación de estilo big band, una densidad orquestal difícilmente manejable hoy, cuando la economía afecta directamente todo emprendimiento estético.
Eran otros tiempos los que corrían cuando el Caribe colombiano estaba inundado de bandas, pero musicales. Y Lucho Bermúdez, joven aprendiz de vientos que compuso su primera canción a los 9 años, iba de pueblo en pueblo, de voz en voz, siendo el aspirante más joven a llevar la batuta de cualquiera de ellas. Empezó humildemente como impúber conductor de la Banda del Batallón Córdoba en Santa Marta -como bien lo registra Portaccio en Carmen de Bolívar, Lucho Bermúdez (1997)- hasta lograr conformar la suya propia, la Orquesta del Caribe, en un estilo más tropical que marcial, en 1939, a sus 27 años. Y como si se tratara de un detonante para la inspiración, a la posibilidad de tener por fin conjunto propio seguiría la inspiración infatigable. Y los éxitos. Marbella, Borrachera y el mapalé Prende la vela fueron los primeros.
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